En una colorida fiesta de cumpleaños, todo el jardín se encontraba decorado con gran cantidad de globos surtidos.
Uno de los globos se separó del grupo y comenzó a volar y a volar, hasta verse muy pequeño desde abajo.
A medida que se elevaba en el cielo, se maravillaba cada vez más con la belleza de los paisajes.
Cuando vio el mar a lo lejos, no pudo creer lo inmenso que era.
Trato de ver el final del océano, pero fue imposible, el azul del mar se extendía hasta perderse de vista.
Una repentina brisa lo llevó hacia la playa y pudo apreciar la espuma blanca que se forma cuando las olas chocan en la orilla.
Luego, volvió a volar sobre la fiesta que aún se celebraba en el hermoso jardín, y vió como los niñitos saltaban emocionados al verlo pasar, tratando de alcanzarlo.
Siguió su recorrido y pudo ver grandes montañas llenas de nieve en sus partes más altas, e imponentes cascadas de agua cristalina que caían con fuerza hacia pequeños ríos que llegaban hasta el mar.
No habia dejado de ver las cascadas cuando se encontró con una gran extension repleta de flores silvestres de muchos colores.
Cuando el globito aventurero regresó a la fiesta, encontró a todos los demás globos felizmente dormidos. Entonces logró enredarse a una de las ramas de un árbol para poder dormir sin salir flotando de nuevo por el aire.
La próxima vez invitaria a los demás globos para que también vieran lo bello que es el mundo. Y se durmió plácidamente con el feliz recuerdo de su viaje...