Abrió la ventana.
Dejó pasar unos tímidos rayos, que apenas calentaban a esa hora de la mañana, pero que, después de unos días extraños, volvía a notar.
Seguía viviendo en su mundo.
El que, por circunstancias, había tenido que inventarse, y reinventar día a día. Era un extraño en su propio mundo. Pero también en el de los demás.
Aquella noche, había tenido un sueño. ¿O tal vez fue realidad?
Una voz lo había cautivado desde el mismo momento en que había dejado caer su cabeza en la almohada.
Esa voz lo había transportado a un mundo mágico.
A un mundo donde todo estaba lleno de cuentos.
Había visto pasear princesas, con zapatitos de cristal, y trajes plateados, por magníficos jardines llenos de rosas.
Príncipes con una gran capa azul, a lomos de caballos blancos, con libros de poemas en sus manos, y recitando en voz alta.
Y hadas voladoras, que llenaban de polvo dorado todo el cielo.
Al llegar a un estanque, el paisaje cambió.
La voz seguía manteniendo la misma dulzura que al principio.
Entonces, descubrió un río, y un árbol solitario.
Y se vio reflejado en el río, y se vio reflejado en el árbol solitario.
Trató de inventar un sentimiento para el árbol, y dibujar una sonrisa, su sonrisa, en el agua clara. Más no pudo, ya que se distrajo con una caja de madera finamente labrada, que estaba siendo iluminada por el sol.
Con curiosidad la tomó entre sus manos, y al abrirla, de nuevo cambió el paisaje.Sácame de aquí, escuchó.
Y unos grandes ojos tristes lo miraron desde el fondo de una sala.
Una profunda niebla comenzaba a empapar el ambiente.
Su cuerpo se agitaba en ligeros escalofríos. El miedo paseaba por allí.
Sácame de aquí, volvió a escuchar.
Sus brazos extendidos no podían alcanzarla. Arriésgate.Todo volvió a cambiar.
El aire ahuyentó a la niebla, el sol iluminó el día, y la voz seguía susurrando.Arriesgarme a que? No entiendo que es lo que dices.
Y entonces, despertó. En su mesilla, el último libro que estaba tratando de leer. El punto de libro sobresalía más de la cuenta.
Por curiosidad, abrió la página marcada del libro, y leyó la primera frase...
La vida no es como un libro de cuentos. Pero... Y si lo fuera?
Y entendió lo que la voz, en dulces susurros había tratado de decirle...